Desde que recuerdo, el cambio, el desafío, el movimiento y el crecimiento fueron variables presentes y relevantes en mi vida para sentirme plena.
Y en ese fluir, luego de muchos logros alcanzados y alegrías acumuladas, algo empezó a detenerse sin dejarme avanzar; me restringía el movimiento, el placer y mi paz. Y allí empieza mi propia historia de transformación, mi propia búsqueda del cambio.
Cuando me pregunto a mí misma sobre esta atracción hacia el cambio, emerge una invitación a la exploración, al descubrimiento y a la “creación”. Ese proceso de explorar el ‘afuera’ —lo nuevo y desconocido— me lleva al ‘adentro’ y al autodescubrimiento.
Me fascina “crear” algo en el ‘afuera’ y simultáneamente forjarlo en el ‘adentro’. Lo más importante que he aprendido de mi propio proceso es que a través de la simpleza encuentro el amor; a través de la aceptación encuentro el gozo; y a través de la espiritualidad encuentro la paz.
Como parte de mi camino, me di cuenta que también podía y quería acompañar a otros a transitar sus desafíos y sus procesos para resolverlos con éxito.
Creo firmemente en la magia del proceso en donde ambos, el coach y el grupo —o el terapeuta y el paciente— se enriquecen y se desplazan, cada uno en su proceso de transformación y crecimiento.
La capacidad que tenemos de crecer y transformarnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea me maravilla. Creo que esto permite nuestra evolución y la del mundo en que vivimos.